Debido a los bloqueos de COVID-19 y a la limitada interacción social, miles de millones de personas en todo el mundo pasaron de las reuniones en persona a la comunicación digital, especialmente la videoconferencia. En 2020, plataformas como Zoom, Microsoft Teams y Cisco Webex experimentaron un auge masivo al ofrecer una alternativa cercana a la interacción cara a cara.
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Las videoconferencias aportaron muchas ventajas, como la reducción de los gastos de viaje y del impacto ambiental, a medida que la gente se adaptaba al trabajo a distancia y a las conexiones sociales. Sin embargo, aunque estas herramientas facilitaron la comunicación continua, también plantearon nuevos retos. Surgió un término para describir el estrés ligado a las videollamadas extensas -fatiga virtual, o más comúnmente, fatiga Zoom- que captura el agotamiento único asociado a esta nueva dependencia digital.
El concepto de fatiga Zoom se deriva de las videoconferencias excesivas, que suponen una gran carga cognitiva y emocional para los usuarios. Basándose en teorías de la ciencia del comportamiento y la neurociencia, los investigadores han propuesto un marco para explicar por qué las videollamadas pueden resultar agotadoras, recurriendo a la teoría de la naturalidad de los medios de comunicación para esbozar estos factores inductores de estrés. Las personas que trabajan para empresas que permiten el trabajo a distancia mediante herramientas de videoconferencia encarnan estos efectos, describiendo la experiencia como un importante drenaje de recursos mentales tras llamadas diarias de varias horas de duración. Aunque las videoconferencias son esenciales para mantener la continuidad empresarial y social, también conllevan factores de estrés imprevistos que es preciso abordar. Esta creciente concienciación pone de manifiesto la necesidad de gestionar la fatiga derivada de las videoconferencias prolongadas o, más concretamente, de estrategias que minimicen los efectos adversos de las videoconferencias sobre el bienestar.
Esta fatiga, que presenta muchos síntomas diferentes, abarca dimensiones físicas, cognitivas y emocionales, y ha sido objeto de diversos estudios científicos destinados a comprender sus causas e impactos.
Las investigaciones han demostrado que el contacto visual prolongado y cercano en las videollamadas no es natural y puede resultar agotador. Bailenson (2021) destacó que las videollamadas a menudo nos obligan a mantener el contacto visual a un nivel muy intenso en comparación con las interacciones en persona, lo que puede inducir estrés. A diferencia de los entornos cara a cara, donde las miradas son más dinámicas, las videollamadas simulan un nivel antinatural de contacto visual prolongado, lo que puede provocar malestar psicológico.
En las reuniones por vídeo, las personas deben procesar señales no verbales (como el lenguaje corporal y las expresiones faciales) en un campo restringido, lo que requiere un mayor esfuerzo mental. Un estudio de Fauville et al. (2021) descubrió que interpretar las señales no verbales en las videollamadas exige mayores recursos cognitivos en comparación con las interacciones en persona. Esta mayor carga cognitiva es el resultado de intentar procesar el lenguaje corporal dentro de unos marcos de pantalla limitados, lo que puede sobrecargar el cerebro con el tiempo.
Se ha demostrado que ver la propia imagen en la pantalla durante periodos prolongados provoca timidez y distracción. Los investigadores descubrieron que esta autoconcentración puede aumentar el estrés e influir negativamente en el estado emocional (Döring et al., 2022). Verse constantemente a uno mismo mientras se intenta entablar una conversación puede conducir a mayores niveles de autocrítica y contribuir a la fatiga.
Las videollamadas suelen requerir que las personas permanezcan en una posición fija para mantenerse dentro de los encuadres de la cámara, lo que limita los movimientos naturales y los ajustes posturales. Según Bailenson (2021), esta restricción puede provocar tensión física y contribuir a la sensación de fatiga. En las interacciones cara a cara, las personas se mueven con más libertad y naturalidad, pero las videoconferencias a menudo restringen esto, lo que provoca malestar físico con el tiempo.
Las videoconferencias pueden crear una sensación de estar "en el escenario", en la que los participantes se sienten presionados para permanecer atentos y participar activamente. Un estudio de Shockley et al. (2021) sugiere que esta presión puede provocar "ansiedad de rendimiento" y agotamiento mental, ya que los individuos son constantemente conscientes de que están siendo observados por los demás de forma muy concentrada.
La investigación también indica que la fatiga de las reuniones virtuales puede dar lugar a una disminución de la productividad, mayores niveles de estrés y una sensación de agotamiento. Por ejemplo, un estudio de Wiederhold (2020) señalaba los posibles efectos psicológicos a largo plazo de las videoconferencias sostenidas, como la reducción del bienestar y el aumento de la ansiedad. Comprender las causas profundas de la fatiga de Zoom es esencial, ya que permite a las personas y a las organizaciones aplicar estrategias para mitigar sus efectos, como hacer pausas regulares, desactivar la autovisión y fomentar formatos de reunión flexibles.
Estos aspectos del burnout de Zoom, explorados por la investigación científica, subrayan la necesidad de concienciación y adaptación en las prácticas de videoconferencia para apoyar el bienestar mental y físico en entornos digitales. Pero este problema no sólo se produce en relación con el trabajo; las sesiones de psicoterapia en línea tampoco se libran de este fenómeno generalizado, que afecta tanto a los terapeutas como a los clientes. Así pues, todo esto exige un nuevo tipo de asesoramiento dirigido a la fatiga Zoom y sus síntomas.
La concentración prolongada e intensa que se requiere en las sesiones de terapia virtual contribuye a menudo al agotamiento mental y emocional, ya que los terapeutas tienen que vigilar cuidadosamente las señales no verbales y las sutilezas emocionales a través de una pantalla, lo que supone un reto mayor que las interacciones en persona.
Los estudios sobre teleterapia han observado varios factores contribuyentes similares a los encontrados en la investigación general sobre la fatiga de Zoom.
Aunque la terapia en línea ha ampliado el acceso al apoyo a la salud mental, la concienciación sobre la fatiga de las reuniones virtuales puede orientar a los terapeutas a introducir el asesoramiento para la fatiga Zoom, es decir, a incorporar prácticas como descansos regulares y sesiones ocasionales fuera de la pantalla para mitigar estos efectos.
He aquí algunas soluciones prácticas y consejos prácticos para mitigar la fatiga de Zoom en las sesiones de terapia virtual, mejorando su eficacia tanto para los terapeutas como para los clientes:
Las investigaciones sugieren que hacer pausas regulares en la pantalla puede reducir la fatiga mental asociada a las sesiones de vídeo prolongadas. Al utilizar la terapia de juego sinérgica, puede incorporar pausas breves en las sesiones o, cuando proceda, considerar la posibilidad de cambiar brevemente a modos de sólo audio para dar a los clientes y terapeutas un descanso visual. Otra posibilidad es programar actividades o debates "fuera de la pantalla" que permitan a los clientes apartar temporalmente la vista de la pantalla, fomentando así un ambiente más relajado.
Colocar la cámara a la altura de los ojos y mantener una distancia cómoda de la pantalla puede reducir la tensión provocada por el contacto visual intenso. Por lo tanto, los terapeutas y los clientes deben sentirse cómodos moviéndose ligeramente durante las sesiones en lugar de permanecer en posturas fijas. Fomentar estiramientos suaves o ajustes periódicos puede ayudar a reducir las molestias físicas derivadas de permanecer inmóvil.
La función de autovisualización puede hacer que las personas se sientan más cohibidas y distraerlas de las interacciones terapéuticas significativas. Los estudios demuestran que eliminar la autovisión ayuda a reducir la ansiedad ante el espejo y mejora la concentración en la sesión. Digital Samba y la mayoría de las demás plataformas permiten a los usuarios ocultar su vídeo mientras permanecen visibles para los demás, lo que ayuda a crear un flujo de conversación más natural.
Establecer un espacio específico en casa exclusivamente para las sesiones de terapia puede ayudar a reforzar los límites mentales, facilitando la "desconexión" después del trabajo. Anime a sus clientes a hacer lo mismo, utilizando un lugar fijo para las sesiones virtuales a fin de crear una separación mental entre la terapia y su entorno cotidiano.
Practicar ejercicios de atención plena antes de las sesiones puede ayudar a los terapeutas a mejorar la presencia emocional y reducir la carga cognitiva que supone seguir las emociones de los clientes en línea. Técnicas sencillas como la respiración profunda o los ejercicios de conexión con la tierra pueden ayudar tanto a los terapeutas como a los clientes a empezar las sesiones sintiéndose centrados, lo que puede ayudar a reducir la fatiga con el tiempo. Considere la posibilidad de empezar cada sesión con un breve ejercicio de conexión a tierra, especialmente cuando se aborden temas emocionales intensos.
Estos consejos, basados en hallazgos recientes sobre la fatiga con Zoom, ofrecen tanto a los terapeutas como a los clientes formas prácticas de reducir la fatiga y mejorar la calidad de las sesiones de terapia virtual. La solución de videoconferencia de alta calidad de Digital Samba ofrece características únicas que apoyan las estrategias para superar la fatiga de la videoconferencia, mejorando la eficacia de las sesiones de terapia virtual:
Las herramientas de colaboración centradas en el usuario de Digital Samba permiten a los terapeutas ofrecer sesiones virtuales eficaces y cómodas, lo que facilita la lucha contra la fatiga Zoom y el mantenimiento de un compromiso terapéutico en línea de alta calidad. Para saber cómo puede integrar y utilizar Digital Samba en sus sesiones de terapia en línea, póngase en contacto con nuestro equipo, que estará encantado de asesorarle y ofrecerle un plan individualizado.
FUENTES: