En un mundo cada vez más híbrido, remoto y digital por defecto, la idea de lo que significa “experiencia laboral” está cambiando a gran velocidad. Las prácticas tradicionales —antes marcadas por asistir a la oficina, hacer recados y participar en reuniones presenciales— ya no son la única forma de conseguir experiencia práctica.
Las prácticas virtuales están surgiendo como una alternativa dinámica y flexible, que abre nuevas oportunidades tanto para estudiantes y personas en plena reconversión profesional como para universidades y equipos de RR. HH. En este artículo veremos qué son las prácticas virtuales, por qué importan, cómo funcionan, cuáles son sus ventajas y desafíos y, lo más importante, cómo puedes tener éxito en ellas.
También te mostraremos por qué la herramienta de videoconferencia adecuada es clave en esta transformación —y cómo elegir una plataforma como Digital Samba, con cumplimiento total del GDPR y alojamiento en la UE, garantiza que las prácticas virtuales sean interactivas, seguras y realmente eficaces para ambas partes.
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En los últimos años, la fuerza laboral global ha adoptado el trabajo remoto, los horarios flexibles y las herramientas digitales de colaboración. Así que no sorprende que las prácticas también hayan seguido este camino. Las organizaciones están empezando a comprender que el talento ya no tiene que estar físicamente junto a la sede ni presente en la oficina, y los estudiantes están mucho más abiertos a adquirir experiencia a distancia. Programas que antes exigían mudarse o desplazarse ahora son accesibles desde casa.
Como resultado, las prácticas virtuales están dejando de ser una rareza para convertirse en una opción totalmente mainstream. Con este cambio llega también la necesidad de una buena estructura, tareas con sentido y herramientas modernas —especialmente plataformas de videoconferencia y colaboración— que permitan que todos los procesos fluyan sin problemas. Estas herramientas hacen posible que los equipos se conecten, hagan mentoring y saquen adelante proyectos, incluso estando repartidos por diferentes lugares.
La videoconferencia es mucho más que una simple “herramienta para reuniones”: es la columna vertebral de cualquier programa de prácticas virtuales bien planteado. Permite que la colaboración remota, el mentoring y la formación ocurran de forma fluida, sin importar la ubicación. Cuando un becario no está físicamente en la oficina, la pantalla se convierte en su sala de reuniones. Un día típico puede incluir encender la cámara, hablar con su mentor, compartir pantalla y colaborar en documentos en tiempo real, todo ello a través de una plataforma de videoconferencia segura y fiable.
Pero para que esto funcione bien, la plataforma debe ser estable, rica en funciones (como salas de grupos, pizarras, chat y documentos compartidos) y cumplir con la normativa de protección de datos, algo especialmente importante cuando los programas de prácticas cruzan fronteras o manejan información sensible de la empresa.
En la Unión Europea, por ejemplo, elegir una solución de videoconferencia totalmente compatible con el GDPR y alojada en la UE es una ventaja enorme.
En pocas palabras, unas prácticas virtuales son una experiencia de aprendizaje basada en trabajo real que se desarrolla principalmente online, en lugar de en un lugar físico de trabajo.
Pueden adoptar varios formatos:
Totalmente remotas:
Los becarios trabajan al 100 % desde su casa (o desde donde prefieran) y se conectan únicamente mediante herramientas digitales. Este formato ofrece la máxima flexibilidad y permite compaginar estudios u otras responsabilidades mientras se adquiere experiencia profesional desde cualquier lugar.
Híbridas:
Una combinación de trabajo remoto con presencia ocasional en la oficina o en el lugar de trabajo. Este enfoque reúne lo mejor de ambos mundos: interacción cara a cara para mentoring o networking, y la comodidad del trabajo remoto para las tareas del día a día.
Globales/Internacionales:
Los becarios pueden estar en un país mientras la empresa anfitriona está en otro, lo que ofrece una experiencia transfronteriza. Esto ayuda a desarrollar habilidades de comunicación intercultural y a comprender distintos entornos empresariales, algo muy valioso en un mercado laboral cada vez más globalizado.
Algunas organizaciones también permiten horarios flexibles entre zonas horarias o trabajo asíncrono, aunque seguir manteniendo check-ins regulares sigue siendo clave.
Las prácticas virtuales son especialmente adecuadas para sectores donde el trabajo remoto es factible: marketing digital, desarrollo de software, comunicación, redes sociales, diseño gráfico, análisis de datos, comercio electrónico, organizaciones sin ánimo de lucro, roles de investigación y programas educativos internacionales, entre otros.
Las prácticas virtuales abren puertas a estudiantes y personas en transición profesional que, de otro modo, podrían quedar excluidos por motivos geográficos, de movilidad o de horarios. Alguien que vive en una zona rural, gestiona una discapacidad o compagina estudios a tiempo parcial puede participar plenamente en un programa profesional. Al eliminar barreras físicas, las prácticas virtuales democratizan el acceso y permiten a las organizaciones conectar con un grupo de talento mucho más diverso e inclusivo.
Para los becarios, los gastos habituales —como desplazamientos, mudanzas o alojamiento temporal— se reducen considerablemente o desaparecen. Las organizaciones anfitrionas también ahorran en espacio de oficina, equipamiento y logística de onboarding, lo que hace que los programas remotos sean más eficientes y escalables. Este modelo beneficia a ambas partes: los becarios obtienen experiencia valiosa sin una carga económica, y las empresas pueden invertir en desarrollar talento sin grandes costes adicionales.
Trabajar de forma virtual a menudo implica colaborar entre ciudades, países o incluso continentes. Los becarios obtienen una exposición directa a equipos multiculturales, prácticas empresariales internacionales y estilos de comunicación diversos. Este tipo de experiencia transfronteriza fomenta la adaptabilidad, la apertura mental, la conciencia cultural y la seguridad en uno mismo —todas ellas habilidades cada vez más valoradas por los empleadores en un mundo laboral globalmente conectado.
Incluso en remoto, unas prácticas necesitan estructura. Un día típico puede incluir lo siguiente:
Una reunión matinal o stand-up online con tu supervisor o equipo para revisar tareas y prioridades.
Trabajo en proyectos, ya sea de forma independiente o colaborando con otros becarios o compañeros.
Sesiones de mentoring o check-ins por videollamada, normalmente centradas en revisiones de feedback, fijación de objetivos o formación.
Sesiones colaborativas online: lluvias de ideas, revisión de documentos, pizarras compartidas o debates en grupos pequeños con salas separadas.
Un cierre de jornada para informar de avances, planificar el día siguiente o tener una charla informal de networking que mantenga la continuidad.
La clave aquí es la interacción regular, entregables claros y buena visibilidad, para que el becario se sienta parte del equipo y no aislado.
Las herramientas habituales del stack incluyen:
Videoconferencia: usada sobre todo para reuniones, mentoring y salas de grupos. Es la columna vertebral de la comunicación diaria, permitiendo que becarios y supervisores hablen cara a cara, compartan feedback al instante y mantengan una sensación fuerte de conexión de equipo.
Documentos compartidos como Google Docs/Sheets, Nextcloud Office o Collabora Online: esenciales para el trabajo colaborativo. Permiten editar, comentar y seguir cambios en tiempo real, garantizando transparencia y control de versiones en equipos distribuidos.
Chat o mensajería instantánea, por ejemplo Stackfield, Wire o Nextcloud Talk: facilitan la comunicación diaria. Los mensajes rápidos, los canales de grupo y los emojis recrean parte de la interacción informal de una oficina, manteniendo la colaboración natural e inmediata.
Herramientas de gestión de proyectos como Trello, Asana o Jira: sirven para seguir el progreso, dar visibilidad a tareas, plazos y responsabilidades, y ayudar a que los becarios se mantengan organizados y responsables a lo largo del programa.
Almacenamiento en la nube y compartición de archivos —Dropbox, OneDrive o portales específicos para becarios o LMS— aseguran que los recursos importantes, el material de onboarding y los entregables estén siempre accesibles de forma segura.
Garantizar que todo el stack tecnológico sea accesible, seguro y fácil de usar marca una gran diferencia en la experiencia del becario y mantiene los procesos fluidos y sin fricciones.
Anticipar estos desafíos permite que tanto becarios como organizaciones planifiquen mejor y eviten que afecten al trabajo remoto diario y a la comunicación.
Para aprovechar al máximo unas prácticas virtuales —tanto para ti como para la organización— aquí tienes consejos prácticos:
Trátalo como un trabajo profesional: sé puntual, acude a todas las reuniones en vídeo con la cámara encendida, viste de forma smart-casual y asegúrate de tener un fondo ordenado.
Haz preguntas: no esperes a que te asignen tareas. Si no tienes claro un entregable, consulta cuanto antes.
Reflexiona y documenta: lleva un registro diario de lo que haces —tareas, logros, retos—. Te ayudará en la evaluación final y para tu futuro CV.
Gestiona tu tiempo: usa un horario, marca hitos y evita distracciones. El trabajo remoto exige autodisciplina.
Entra a las reuniones siempre con la cámara encendida (salvo que te pidan lo contrario): genera presencia y confianza.
Participa activamente: haz preguntas, usa el chat o la función de levantar la mano —evita quedarte en silencio.
Aprovecha las salas de grupos, pizarras y herramientas colaborativas: ayudan a recrear el trabajo en equipo de una oficina.
Cuida tu entorno: buena iluminación, ausencia de ruidos y audio fiable. Estos pequeños detalles marcan una gran diferencia.
Aprovecha los chats informales o “pausas para el café” online para conocer a tus compañeros más allá de las tareas estrictamente laborales.
Conecta por LinkedIn con los miembros del equipo, pide consejos o feedback informal para que te tengan presente también fuera del día a día.
Pide a tu mentor una reunión individual breve al inicio y al final de las prácticas para revisar avances y aprendizajes.
Sé visible: ofrece tu ayuda en tareas colaborativas, participa en los chats de equipo y busca oportunidades para presentar o compartir tu trabajo.
El vídeo en directo permite que los mentores repliquen conversaciones típicas de oficina, como el onboarding, las formaciones paso a paso o los kick-offs de proyectos. Los becarios pueden hacer preguntas de forma natural, compartir pantalla y recibir feedback en tiempo real. Esta cercanía ayuda a evitar el riesgo de “si no te veo, me olvido de ti”.
Las plataformas modernas de videoconferencia ofrecen funciones que imitan el trabajo conjunto presencial: salas separadas para grupos pequeños, pizarras compartidas para brainstorming, chats para preguntas rápidas y documentos colaborativos que todos pueden editar a la vez. Estas herramientas convierten unas prácticas virtuales en un proceso dinámico e interactivo, no en una simple lista de tareas.
Más allá del trabajo, los becarios necesitan sentirse parte de una comunidad: reuniones de bienvenida, eventos sociales virtuales, notas compartidas de talleres, sesiones de preguntas y respuestas, y encuestas en directo para recoger opiniones. Estas funciones ayudan a recrear el “ambiente de oficina” en remoto y a mantener la motivación.
A la hora de elegir una plataforma para gestionar un programa de prácticas virtuales, importan la protección de datos, la flexibilidad y las funciones de colaboración. Aquí tienes por qué Digital Samba es una opción ideal:
Para universidades, equipos de RR. HH. o empresas que estén creando programas de prácticas virtuales, usar una plataforma fiable no es solo una comodidad: es una decisión clave que afecta a la satisfacción de los becarios, a la seguridad de los datos y al éxito del programa.
Con Digital Samba, las organizaciones pueden gestionar con total confianza todas las etapas de sus prácticas —desde el onboarding hasta el mentoring— en una plataforma alojada en la UE, compatible con el GDPR y diseñada para que la colaboración virtual sea fluida, segura y completamente interactiva.
Las prácticas virtuales no son un apaño temporal ni una solución de emergencia: son una opción real y valiosa en el mundo digital de hoy. En primer lugar, ofrecen experiencias de aprendizaje estructuradas en remoto (o parcialmente en remoto). En segundo lugar, importan porque amplían la accesibilidad, reducen costes y abren oportunidades globales. Y, en tercer lugar, funcionan porque las herramientas modernas —especialmente la videoconferencia— permiten que la colaboración, el mentoring y el trabajo en proyectos fluyan sin problemas a distancia.
Ahora bien, también presentan desafíos: engagement, comunicación y coordinación entre distintas zonas horarias. El éxito depende de la estructura, las herramientas y la mentalidad. Si estás preparando unas prácticas virtuales —o diseñando un programa como organización—, los consejos de buenas prácticas que has visto arriba te pondrán en el camino correcto.
Si buscas una plataforma para gestionar tu programa de prácticas o para ofrecer mentoring y colaboración de forma fiable, considera Digital Samba. Con cumplimiento total del GDPR, alojamiento en la UE y una suite de colaboración pensada para el trabajo remoto, te ayudamos a que las prácticas virtuales sean interactivas, seguras y eficaces.
¿Listo para lanzar tu programa de prácticas virtuales o participar en uno? Habla con nosotros en Digital Samba y descubre cómo nuestra plataforma puede impulsar tu experiencia de prácticas en remoto —desde el onboarding hasta el mentoring, de la colaboración al networking. Construyamos juntos unas prácticas virtuales de éxito.